Desde hace unos años, prácticamente desde que se inició la crisis económica, nos hemos visto sumergidos en una situación de cambio: cambios económicos, sociales, políticos, que más que nunca han tenido repercusión en la vida cotidiana de miles de ciudadanos y ciudadanas, de una forma, que ha llegado a ser  drástica y violenta dejando a familias enteras  sin trabajo y sin casa.

A lo largo de la vida cambiamos continuamente. Cambiar es inevitable y en situaciones como las que vivimos prácticamente es imposible quedarse en la zona de confort y no afrontar el cambio.

Las emociones y las actitudes frente al cambio son variadas, según se mire y se perciba la situación, si se desea o se rechaza. Emociones como la tristeza, la rabia, el miedo o la alegría se presentan en los procesos de cambio, ya sean personales, colectivos o sociales.

A lo largo de la vida cambiamos continuamente. Cambiar es inevitable y en situaciones como las que vivimos prácticamente es imposible quedarse en la zona de confort y no afrontar el cambio.

El miedo es un mecanismo de sobrevivencia, te despierta de lo cotidiano y te lleva a planificar, a reaccionar a buscar salida. Pero no olvidemos que el miedo puede conllevar la obsesión, dando vueltas mentales  sin ir a ningún sitio ni tomar ninguna decisión, y finalmente conduciéndote a una situación de estrés donde aflora la tristeza. La tristeza es una emoción que te ayuda a meditar, a reflexionar y a una cosa muy importante, te lleva a pedir ayuda, a cuidarte y a cuidar. Pero hundirse en la tristeza te lleva a la depresión una situación que también, com en el caso del miedo, te paraliza.

La rabia aflora también cuando te ves forzado a salir de tu zona de confort, es la rabia la que te impulsa a luchar en contra de las injusticias vividas personalmente o socialmente, no es extraño ver la cantidad de plataformas donde se han movilizado ciudadanos y ciudadanas afectados por preferentes, desahucios o despidos.  A la rabia también la acompañan otras emociones como son la agresividad y la frustración. Cuando la agresión se desboca nos encontramos con actitudes autoritarias e intolerantes. Un ejemplo: la reacción de muchos políticos ante las movilizaciones sociales en Catalunya. No hace falta decir que las personas agresivas e intolerantes no son agradables socialmente.

De muchas situaciones de cambio no nos podemos esconder ni escabullir, pero sí que podemos aprender a controlar y dominar las emociones de tal manera que sean un impulso hacia adelante y hacia la superación y no dejar que las emociones se desboquen y nos lleven a la parálisis del miedo o la tristeza o al aislamiento de la rabia y el enfado.

No nos podemos olvidar de la alegría, la que también se presente en los procesos de cambio, ya sea porque ese cambio es deseado o por los logros que se van consiguiendo. La alegría crea lazos y refuerza la lucha, reafirma el esfuerzo y motiva hacia adelante.

Podemos aprender a controlar y dominar las emociones de tal manera que sean un impulso hacia adelante.

Los cambios te sacan de tu zona de confort y te obligan a revisar, planificar e ir hacia adelante.

Vivir situaciones de cambio es inevitable, en nuestras manos está vivirlo de forma consciente y controlando nuestras emociones, procurando que el cambio sea una situación de renovación, aprendizaje y crecimiento.